Muchos habreis pensado en lo andrajoso que fui al llevarlas rotas durante algunos años sin importarme.
Hoy tras más de 7 años en mis pies y por el bien de quienes me sostienen he decidido despedirme de ellas como también hice con la famosa mochila azul que muchos habéis conocido y odiado. Aquella que me portaba mis libros e ilusiones allá donde iba, aquella que terminó rota e inservible nada más volver de El Salvador.
Lo que sí es seguro es que el listón está muy alto y pocas han llegado a la memoria de mis pies como éstas.
Pos yo tengo unas sandalias que tienen 17 años, y aun me las pongo de vez en cuando jeje, son griegas y están hechas a mano...te reto a que me ganes jeje
ResponderEliminarHay que ver el apego que tenemos a veces por determinados objetos. Y es algo que va más allá del materialismo: no nos aferramos a ellos por su valor intrínseco en términos de mercado, sino por lo que han ido acumulando de experiencias vivas junto a nosostros...
ResponderEliminar¿Yo qué tengo? Pues una pluma medio rota, que escribe mal, pero que me acompaña a todas partes. Anda que no habremos visto y relatados cosas en estos catorce años juntos ;-)
P.quito